Luego de un semestre bravo donde el novillo estuvo planchado y el capón lo igualó en las pizarras, las cosas parecen acomodarse y surge con ello la posibilidad de otro salto para la carne de cerdo. El consumo sigue firme.
Una corrección sobre la hora, referida al consumo de carne porcina en Argentina señala que el consumo promedio se acerca a los 21 kilos. Para ser precisos: 20,77 kilos por habitante/año.
Luego de las cifras sobre población que arrojó el Censo (¡somos 46 millones!) divido por el consumo anual nos arroja este alentador registro. Y tengamos en cuenta que los últimos meses del año pasado ofertaron un precio del novillo que se mantuvo apareado a la cotización del capón, escenario que ha comenzado a revertirse para buscar la diferencia histórica, azuzado por el impacto de la sequía y devenida de ella el incremento de los costos de alimentación ganadera.
Los números buenos tienen sus razones
Son múltiples y diversas las razones por las que el consumidor viene integrando a su mesa la carne porcina si bien desde siempre las facturas de cerdo integraron el paisaje alimentario criollo. Hace poco más de una década los cortes cárnicos de cerdo comienzan a tener una participación creciente en la elección diaria de proteína animal por parte de un consumidor fino, y muy leal a las bondades que despliega la carne vacuna.
El analista Juan Luis Uccelli socializa desde hace muchos años el pulso del sector con una mirada que no se queda en los costos intramuros de las granjas para asumir observaciones más completas, que no pierden de vista las medidas de los gobiernos o el ingreso de los consumidores.
No podrían haberse alcanzado estos números sin una cadena de abastecimiento en cantidad y calidad que recibieron inversiones muy importantes en estos últimos años, tanto en infraestructura de producción, genética, manejo y una logística aceitada para llegar cada día, con la mayor calidad, a los mostradores y góndolas que cada año se multiplican. Con este salto de consumo, la carne de cerdo se desarropa de su vestimenta de “carne sustituta” para jugar de titular, en las grandes ligas, sustentada en sus propios méritos y construyendo un prometedor futuro.
Los desafíos por venir
El cerdo, amén de las virtudes conocidas, tiene una adicional: admite todas las escalas, incluyendo a integrantes de la agricultura familiar que ingresan y salen del negocio a partir de una lógica casera; a complejos industriales con miles de madres, tecnología, manejo de desperdicios que, en muchos casos son engranajes de una economía circular. Por todo ello se necesitan conocer el sector, registrar a los miles de porcicultores y promover reglas proactivas para cada emprendedor, con normativas especiales para cada caso, como propone en cada charla el especialista de Inta Marcos Juárez Jorge Brunori.
Es importante también no cejar en la mejora genética permanente, en la reducción de antibióticos, en la capacitación de una mano de obra que porte las habilidades y destrezas que requieren el futuro inmediato. Es necesario además alentar inversiones en industria frigorífica para que la logística y el transporte no se lleven el esfuerzo en eficiencia del resto de la cadena.
Y por último, nuestro principal activo, que nos dará una posición determinante para asistir a un mercado mundial demandante: el estatus sanitario. En este sentido, Argentina tiene una ventaja competitiva determinante en un mundo productivo azotado por enfermedades varias (PRRS, PPA, Aujeszky y otras del universo digestivo y respiratorio). En este sentido, parecen muy atinadas las medidas asumidas en torno a vigilar el ingreso de ejemplares sin estudio previo y cuarentena.
Los hechos parecen apuntalar que el sector debe crecer sin inversiones de shock que desoigan el know how propio de nuestra experiencia; aunque la vacilante inversión local no parece apostar un pleno a una producción criolla que desaliente los cantos de sirena que llegaban de Oriente. Veremos.
FUENTE:
www.todoagro.com.ar - Por Osvaldo Iachetta / Redacción TodoCerdos